El reto de una dieta equilibrada
La verdura es uno de los platos que nunca debe faltar en la dieta de nuestros hijos y, sin embargo, es uno de los que más rechazo provocan en los niños. Debemos ingerir al menos cinco piezas de fruta y verdura al día, pero, ¿cómo conseguir que nuestros hijos las coman?
La verdura es uno de los platos que nunca debe faltar en la dieta de nuestros hijos y, sin embargo, es uno de los que más rechazo provocan en los niños. Debemos ingerir al menos cinco piezas de fruta y verdura al día, pero, ¿cómo conseguir que nuestros hijos las coman?
Todas las encuestas de salud pública hacen hincapié en el déficit de ingesta de
fruta y verdura que tienen los niños en España, un problema doblemente agravado
por la paradoja de la riqueza que tiene nuestro país para producir
hortalizas.
Los expertos debaten acerca de dos posibles causas del rechazo de nuestros hijos a las verduras. Una podría ser una reacción ante la imposición de un plato que, la mayor parte de las veces, les resulta monótono y aburrido. La otra consiste en que, actualmente, la comida de los más pequeños está saturada de alimentos ricos en hidratos de carbono refinados (bollería, snakcs, fast-food y platos preparados) que suelen ir acompañados, la mayor parte de las veces, por grasas hidrogenadas. Esta mezcla explosiva para la salud es tremendamente adictiva para los órganos de los sentidos. El aspecto para la vista es excitante, puede consumirse con las manos, con lo que se refuerza el componente lúdico, tiene olores penetrantes y adictivos (todo lo contrario que los que inundan una cocina tras el hervido de una coliflor o un repollo); pero, sobre todo, llenan la boca con muchos sabores. Esto estimula células nerviosas en nuestro cerebro, que activan el mecanismo de la recompensa, generando sustancias que hacen sentirse bien a los niños, recompensándoles por la sobre estimulación sensorial.
Ante todo esto, parece claro que la verdura y los padres tienen perdida la batalla de antemano... ¿o no?
Cinco razones para comer verduras y frutas
1. Son una fuente excepcional de vitaminas y minerales; de algunas, como la C, son casi exclusivas.
2. Poseen un gran contenido en agua, fundamental para la hidratación de nuestros hijos.
3. Son la mayor fuente de antioxidantes y, por tanto, previenen enfermedades como el cáncer, el infarto de corazón o la diabetes.
4. Podemos disfrutar de ellas en cualquier época del año.
5. Pueden prepararse de tantas maneras como la cocina e imaginación lo permitan, ya sean crudas, asadas, a la plancha, rebozadas, dulces o saladas. Combinan con cualquier plato y son perfectas guarniciones o platos únicos.
Alguos trucos para conseguirlo
- Recuerda que puedes introducir las verduras en lugares impensables: sandwiches, empanadillas, pizzas...
- Intenta variar la verdura lo máximo posible, así como su presentación. A lo mejor, a tu hijo no le gusta el brócoli rehogado, pero sí con mayonesa o ensalada.
- Añade verduras a todos los platos que se te ocurran: paella de hortalizas, pasta con cualquier verdura, pescado relleno...
- Presenta los platos de forma divertida, usa los colores como contraste, dibuja formas con las verduras o, mejor, deja que tus hijos lo hagan y se sientan los protagonistas.
- No tengas miedo a utilizar verdura congelada o en conserva, siempre es preferible que coman verdura, sea cual sea su forma de preparación o cómo la ingieran (¡hasta con las manos!).
Los expertos debaten acerca de dos posibles causas del rechazo de nuestros hijos a las verduras. Una podría ser una reacción ante la imposición de un plato que, la mayor parte de las veces, les resulta monótono y aburrido. La otra consiste en que, actualmente, la comida de los más pequeños está saturada de alimentos ricos en hidratos de carbono refinados (bollería, snakcs, fast-food y platos preparados) que suelen ir acompañados, la mayor parte de las veces, por grasas hidrogenadas. Esta mezcla explosiva para la salud es tremendamente adictiva para los órganos de los sentidos. El aspecto para la vista es excitante, puede consumirse con las manos, con lo que se refuerza el componente lúdico, tiene olores penetrantes y adictivos (todo lo contrario que los que inundan una cocina tras el hervido de una coliflor o un repollo); pero, sobre todo, llenan la boca con muchos sabores. Esto estimula células nerviosas en nuestro cerebro, que activan el mecanismo de la recompensa, generando sustancias que hacen sentirse bien a los niños, recompensándoles por la sobre estimulación sensorial.
Ante todo esto, parece claro que la verdura y los padres tienen perdida la batalla de antemano... ¿o no?
Cinco razones para comer verduras y frutas
1. Son una fuente excepcional de vitaminas y minerales; de algunas, como la C, son casi exclusivas.
2. Poseen un gran contenido en agua, fundamental para la hidratación de nuestros hijos.
3. Son la mayor fuente de antioxidantes y, por tanto, previenen enfermedades como el cáncer, el infarto de corazón o la diabetes.
4. Podemos disfrutar de ellas en cualquier época del año.
5. Pueden prepararse de tantas maneras como la cocina e imaginación lo permitan, ya sean crudas, asadas, a la plancha, rebozadas, dulces o saladas. Combinan con cualquier plato y son perfectas guarniciones o platos únicos.
Alguos trucos para conseguirlo
- Recuerda que puedes introducir las verduras en lugares impensables: sandwiches, empanadillas, pizzas...
- Intenta variar la verdura lo máximo posible, así como su presentación. A lo mejor, a tu hijo no le gusta el brócoli rehogado, pero sí con mayonesa o ensalada.
- Añade verduras a todos los platos que se te ocurran: paella de hortalizas, pasta con cualquier verdura, pescado relleno...
- Presenta los platos de forma divertida, usa los colores como contraste, dibuja formas con las verduras o, mejor, deja que tus hijos lo hagan y se sientan los protagonistas.
- No tengas miedo a utilizar verdura congelada o en conserva, siempre es preferible que coman verdura, sea cual sea su forma de preparación o cómo la ingieran (¡hasta con las manos!).